Entre los meses de enero y abril, las famosas orugas procesionarias hacen su aparición en los bosques y en todos los lugares donde hay pinos. Por eso, hoy hablaremos de por qué son peligrosas y, más concretamente, de cómo afecta la oruga procesionaria a los perros.
Seguramente todos las hayamos visto en algún momento, ya que las orugas procesionarias son fácilmente reconocibles debido a la manera en la que se desplazan: formando una fila, una detrás de otra, a modo de procesión.
Como ya mencionamos anteriormente, aparecen entre enero y abril, pero durante los meses de marzo y abril es cuando debemos extremar las precauciones. Sobre todo, si tenemos un perro como mascota y lo sacamos a pasear por zonas en las que estos insectos pueden estar presentes.
El peligro que suponen estas orugas se debe a que los pelos que las recubren son tóxicos y producen urticaria si entran en contacto con cualquier tejido, humano o animal. Pero esta reacción es más grave en nuestras mascotas, ya que suelen tocarlas con tejidos sensibles como la lengua o el hocico.
La toxicidad de sus pelos proviene de que estos tienen una enzima llamada thaumatopina, y la oruga puede dispararlos en caso de sentirse en peligro. El viento puede arrastrar estos pelos y, además, después de haber sido expulsados, la enzima mantiene su efecto durante un año. Si esta toxina entra en contacto con la piel o las mucosas de nuestra mascota, produce necrosis y destruye los tejidos.
Si un perro ha estado en contacto con una oruga procesionaria, los síntomas más comunes son los siguientes:
- Hipersalivación.
- Inflamación de la zona afectada.
- Picor o urticaria.
- Lengua amoratada.
- Vómitos u otros problemas digestivos, en el caso de que haya tragado los pelos.
- Conjuntivitis, si los pelos han entrado en contacto con los ojos.
- Fiebre.
- Comportamiento inquieto.
Y en el caso de que esto suceda, lo primero que se debe hacer es acudir al veterinario. En la situación de que no sea posible, debemos quitar la oruga o los pelos que hayan podido quedar pegados al pelo de nuestro perro con unos guantes y unas pinzas, y luego limpiar la zona con agua.
Para evitar esta situación, desde Danna recomendamos no sacar a pasear a nuestro amigo peludo por las zonas donde haya pinos, u otras áreas donde las orugas procesionarias suelen aparecer.